Comunión

Lectio Divina Cuaresma 2025
Introducción
Esta Lectio Divina es parte del material de apoyo propuesto por nuestro itinerario diocesano del Plan Pastoral de este curso. Dicho itinerario, enriquecido especialmente por la celebración del Jubileo 2025, nos invita a profundizar juntos en la dimensión esencial de la comunión.
El Papa Francisco nos exhorta esta Cuaresma a ser verdaderos peregrinos de esperanza, capaces de caminar juntos y de liberarnos del individualismo y la autorreferencialidad. Que esta experiencia espiritual, centrada en el Evangelio de la Transfiguración (Lc 9, 28b-36), impulse en cada uno y en toda nuestra comunidad eclesial una profunda conversión hacia la comunión concreta, donde nadie quede atrás.
Pidamos al Espíritu Santo la gracia de vivir con mayor intensidad este tiempo cuaresmal.
Invocación al Espíritu Santo
Breve oración comunitaria; rezar pausadamente
Espíritu Santo,
ven a iluminar nuestros corazones;
danos luz para escuchar tu Palabra,
humildad para dejarnos interpelar,
y valentía para emprender juntos
el camino de la esperanza que no defrauda.
Enséñanos a vivir la comunión en la Iglesia,
superando divisiones, individualismos
y temores.
Amén.
Silencio breve

Lectura (Lectio)
Lucas 9, 28b-36 (Transfiguración del Señor)
Tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y,
mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de
resplandor. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y
Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a
consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero
se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno
es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y
otra para Elías». No sabía lo que decía. Todavía estaba diciendo esto,
cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor
al entrar en la nube. Y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el
Elegido, escuchadlo». Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo.
Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de
lo que habían visto.
Tras la lectura del texto bíblico, se recomienda un silencio prolongado para interiorizar y releer en silencio el texto.
Clave exegética del Evangelio de la Transfiguración
(Lc 9, 28b-36)

El relato de la Transfiguración del Señor en el Evangelio de Lucas es un pasaje fundamental para comprender la identidad profunda de Jesús y su misión mesiánica. Profundicemos en algunos detalles clave del texto para comprender su riqueza y significado espiritual y pastoral:
1. Contexto: Oración y revelación
El evangelista Lucas destaca que Jesús sube al monte específicamente «para orar». Es frecuente en Lucas asociar los momentos claves de la vida y ministerio de Jesús con la oración, destacando que en ella se manifiesta la identidad profunda y divina del Señor.
Aquí, la oración es el contexto de una experiencia teofánica profunda, reveladora de la gloria de Jesús. El hecho de que el rostro y la apariencia de Jesús cambien durante la oración subraya la importancia fundamental del diálogo con Dios como experiencia transformadora, anticipando la gloria de la resurrección y sosteniendo la fe de los discípulos frente a la cruz que vendrá.
2. Significado de la montaña
La montaña en la tradición bíblica simboliza un lugar privilegiado de encuentro con Dios, evocando episodios claves como la entrega de la Ley a Moisés en el Sinaí y la revelación divina a Elías en el Horeb. De este modo, Lucas presenta la Transfiguración como un evento de revelación semejante al Sinaí, estableciendo una continuidad clara entre Jesús y la tradición judía, y presentándolo como aquel en quien la revelación de Dios llega a su plenitud.
3. Moisés y Elías
La aparición de Moisés y Elías dialogando con Jesús tiene un profundo significado simbólico:
Moisés
Representante de la Ley, expresa la fidelidad de Dios a su alianza y recuerda el camino liberador del Éxodo.
Elías
Representante de los Profetas, encarna la tradición profética, invitando al pueblo a una conversión auténtica y a preparar los caminos del Mesías.
Ambos conversan con Jesús acerca de su «partida» (en griego, «éxodo») que iba a realizar en Jerusalén, subrayando así que la pasión, muerte y resurrección de Jesús serán el nuevo éxodo, la definitiva liberación del pecado y la muerte.
4. Pedro, Juan y Santiago
La presencia de estos tres discípulos no es accidental. Constituyen el círculo más íntimo del Señor y representan la comunidad de creyentes en toda su complejidad:
Pedro
Simboliza la autoridad y la confesión de fe.
Juan
Refleja la fidelidad amorosa y la intimidad con Cristo.
Santiago
Primer mártir entre los apóstoles, anticipa la disponibilidad a dar testimonio valiente.
La elección de estos discípulos muestra que la experiencia de Dios y de su misterio es comunitaria y que la Iglesia está llamada a vivir unida en este camino espiritual.
5. Las tiendas: la tentación de instalarse
Pedro quiere levantar «tres tiendas», como si pretendiera detener y conservar ese instante glorioso. Es la expresión espontánea de quien quiere asegurar y mantener una experiencia gratificante, evitando el esfuerzo del camino de fe que pasa necesariamente por la cruz. Lucas aclara que Pedro «no sabía lo que decía», advirtiendo contra la tentación de quedarse atrapados en momentos consoladores, en lugar de asumir el desafío del seguimiento cotidiano y comprometido.
6. La nube y la voz del Padre
La nube, en el Antiguo Testamento, es signo claro de la presencia cercana pero velada de Dios (Shejiná). La voz del Padre: «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo», confirma solemnemente la identidad mesiánica y divina de Jesús. Dios invita a los discípulos a poner a Jesús como centro absoluto de su escucha y vida espiritual.
Esta voz divina dirige claramente a la comunidad cristiana hacia Jesús como única referencia de comunión y misión. Escuchar a Jesús implica asumir con radicalidad su estilo de vida, acogiendo su palabra, imitándolo en su entrega, humildad, y apertura fraterna.
7. El silencio final
Lucas concluye este episodio señalando que los discípulos «no contaron a nadie nada de lo que habían visto». El silencio indica la profundidad del misterio contemplado: ante el misterio de Dios, la actitud más adecuada es la contemplación silenciosa. Solo desde ese silencio respetuoso y meditativo se puede comprender en plenitud el camino de Jesús hacia Jerusalén.
Este silencio es también una invitación cuaresmal: un silencio contemplativo que nos prepara para asumir con profundidad interior los acontecimientos pascuales de nuestra vida y nuestra comunidad.
Conclusión para la meditación
Esta clave exegética busca ayudarnos a captar más profundamente el significado espiritual y pastoral de la Transfiguración en nuestro contexto cuaresmal. Ahora, en un silencio prolongado, dejemos que esta Palabra penetre en nosotros, preguntándonos con sinceridad:
¿Cómo me interpela este Evangelio en mi peregrinar comunitario hacia la Pascua?
¿De qué maneras concretas la voz del Padre me está llamando a escuchar más profundamente a su Hijo amado en esta Cuaresma?

Meditación (Meditatio)
Inspirados por el Papa Francisco, reflexionemos sobre tres llamadas concretas:
Primera llamada: Peregrinos hacia la comunión
El relato de la Transfiguración comienza con una peregrinación: Jesús lleva consigo a tres discípulos a un lugar alto, donde se revela en gloria anticipada. El Papa nos recuerda que nuestra vida también es peregrinación: no caminamos solos, sino juntos.
¿Soy consciente de que estoy peregrinando junto a mis hermanos en la Iglesia, o prefiero recorrer el camino a mi ritmo, desde mi zona de confort?
¿Estoy dispuesto a salir al encuentro de los demás, especialmente de quienes necesitan compañía en su peregrinaje de fe?
Segunda llamada: Escuchar al Hijo amado
«Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo». El Padre nos invita a abrir los oídos del corazón para escuchar a Jesús y a nuestros hermanos. La comunión implica una escucha sincera y paciente.
¿Qué me impide escuchar verdaderamente a Jesús en mis hermanos?
¿Cómo puedo favorecer la escucha comunitaria en mi entorno eclesial, familiar o social?
Tercera llamada: Vivir la esperanza que nos transforma
La Transfiguración constituye un anticipo de la resurrección y nos invita a vivir con una esperanza concreta, aquella que nos sostiene frente a las adversidades y nos impulsa a comprometernos con la justicia, la fraternidad y el cuidado mutuo.
¿Vivo mi fe con esperanza activa o me dejo paralizar por la desesperanza, la crítica destructiva o la autorreferencialidad?
¿Cómo puedo cultivar, junto con mi comunidad, una esperanza concreta que nos impulse a construir una Iglesia más inclusiva y comprometida con los hermanos más vulnerables?

Oración (Oratio)
Este momento de oración es clave para nuestro encuentro con el Señor. No se trata solo de repetir palabras, sino de dialogar personalmente con Jesús desde lo más profundo del corazón, permitiendo que Él transforme nuestras vidas y nuestras comunidades.
Para vivir intensamente este momento, proponemos estas indicaciones concretas:
Diálogo personal y auténtico: Expresa con tus propias palabras lo que has meditado anteriormente. Dile al Señor lo que has sentido al descubrir sus llamadas a caminar juntos, a escuchar con atención y a vivir la esperanza en comunidad.
Pide con humildad aquello que más necesites para vivir una auténtica conversión hacia la comunión: más apertura al hermano, más paciencia, valentía para superar divisiones, disposición a perdonar o mayor esperanza comunitaria.
Presenta rostros concretos al Señor Piensa en personas concretas de tu comunidad, familia o ambiente pastoral con las que necesitas reforzar la comunión. Ora por ellas mencionando sus nombres, pidiendo al Señor una mejor relación y la gracia de caminar junto a ellas.
Intercede por tu comunidad eclesial: Ora específicamente por la unidad en tu parroquia, movimiento o grupo. Pide por los sacerdotes, religiosos y laicos con quienes compartes tu peregrinar en la fe, para que crezcan juntos en la esperanza y en la capacidad de escucharse y acogerse mutuamente.
Oración espontánea comunitaria (si es posible): Abre un espacio breve para que quienes lo deseen puedan expresar en voz alta sus peticiones, súplicas o acciones de gracias. Que sea un momento sencillo, sincero y humilde, confiando plenamente en que Dios escucha y acompaña nuestro caminar.
Oración Comunitaria Final (para cerrar este momento):
Señor Jesús, transfigúranos con tu presencia,
enséñanos a caminar juntos y a escucharte en nuestros hermanos.
Haz que esta Cuaresma sea un tiempo de esperanza y comunión,
y danos la gracia de superar todo individualismo, división e indiferencia.
Ayúdanos a ser testigos creíbles de tu amor,
y llévanos, como Iglesia, hacia la plenitud de la unidad que tú deseas.
Amén.
(Terminar con un canto breve o un Padrenuestro rezado pausadamente.)
Contemplación (Contemplatio)
Contemplemos silenciosamente a Jesús transfigurado. Dejémonos interpelar por su luz, que anticipa la resurrección y nos llama a ser luz para otros, manifestando en nuestra vida comunitaria la gloria y el amor de Dios.
Acción (Actio)
Concretando lo meditado, proponemos algunos compromisos prácticos que fortalezcan la comunión comunitaria y eclesial:
• Crear o reforzar grupos parroquiales o comunitarios que promuevan la escucha mutua y la acogida sincera, especialmente hacia los más necesitados y migrantes.
• Realizar gestos concretos de acercamiento hacia quienes viven situaciones difíciles (enfermos, migrantes, ancianos solos, personas vulnerables), poniendo en práctica la fraternidad en hechos concretos.
• Favorecer encuentros comunitarios donde la esperanza cristiana sea vivida y testimoniada, huyendo de la autorreferencialidad y del aislamiento.


Sugerencias prácticas para un mejor aprovechamiento:
• Reserva toda una mañana, en un espacio cómodo y adecuado para el silencio y la oración.
• Prepara copias impresas del texto bíblico para los participantes y asegúrate de que el mensaje del Papa Francisco esté disponible para todos.
• Anima la participación activa, compartiendo reflexiones, inquietudes y compromisos, sin prisas y respetando los tiempos de silencio contemplativo.
• Facilita material para que cada participante registre sus reflexiones y compromisos concretos para después compartirlos.
Que María, Madre de la Esperanza, nos acompañe en este itinerario cuaresmal hacia una verdadera comunión fraterna.